La cuestión es entender cómo el sistema devora a sus hijos, siguiendo el guión de aquel Saturno que pintó Goya.

La sociedad avanza, mejora la esperanza de vida, se democratiza el acceso a la educación… y entonces alguien introduce el veneno de la competitividad. De modo que la formación que estimuló la inteligencia de los nacidos ignorantes, conduzca ahora a los adiestrados nuevos profesionales a servir con denuedo en la causa de la mejora continua.

Exitosos y ambiciosos, aplazan deseos personales en forma de planes de futuro para la jubilación. Pero un buen día, un hecho fortuito obliga a replantearse los objetivos personales frente a los profesionales. Esto le sucede a uno de los personajes de «Planes para mañana», el debut en la dirección de largos de Juana Macías.

Una película formada por tres relatos de adultos en la madurez que se preguntan si deben cambiar de dirección o permanecer fieles a la corriente. Familia o profesión, pasión o seguridad, soledad o dependencia, con una interrogación de fondo en todas ellas acerca del amor verdadero. Dicotomías presentes en cualquier época vital, aquí expuestas en personas que viven ya la segunda mitad de su existencia.

Interesante planteamiento el de esta ópera prima, que obtuvo el premio de mejor dirección en el pasado festival de Málaga. «Planes para mañana» mantiene un buen ritmo narrativo y muy buenas interpretaciones por parte de sus cuatro actrices principales. Y contiene una afilada recreación sobre ese extraño constructo de la sociedad moderna que constituyen las entrevistas de trabajo.