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Normelvis Bates rating:
2
6.3
44,797
Romance. Drama
Lucia is a waitress who lives and works in Madrid. After what she believes to be the loss of her boyfriend, the tortured writer Lorenzo, she flees to a secluded island that he had often told her about. There she meets Carlos and Elena, who have also run away to the island to escape personal tragedy. Unbeknownst to them, all three have a connection to Lorenzo. Elena met him many years ago on that same island and enjoyed beautiful, ... [+]
Language of the review:
- es
February 6, 2010
148 of 213 users found this review helpful
Un amable validador de críticas me indica que vaya directamente al spoiler (por cierto, no es por colgarme medallas, pero el hombre dice que se ha divertido mucho leyéndola), de modo que...
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Yo lo he entendido así, ya me contaréis: una camarera vive con un tío rarito que se pasa el día, el pobre, llorando a moco tendido. Una noche en que el restaurante está hasta el culo de gente ella tiene un presentimiento a lo Aramis Fuster. Como aún no eran tiempos de crisis, su jefe le dice que se vaya corriendo a casa, quién sabe lo que habrá hecho su moqueante novio. El hombre no está en casa, pero una oportuna llamada de la policía le informa de que un coche se lo ha llevado por delante. Como es natural en estos casos, la tía (Lucía, no lo había dicho) coge una mochila, la llena de braguitas y fotos guarras y se va de vacaciones a una isla atestada de motos chungas y guiris.
Seis años antes. Lucía folla y Lucía se masturba. Bajo la cama y sobre el agua (o viceversa, no recuerdo). Como pasa de condones se queda embarazada. Pobrecita. Se ve que está obsesionada con un escritor melenudo al que sigue a todas partes, como Robert de Niro en “El rey de la comedia”. El tío, en vez de llamar a la poli, echa una ojeada al canalón de Lucía y decide que es mejor llevarla a bailar música disco cutre, emborracharla y tirársela. Lucía enseña las tetas. Qué monas son, una al lado de la otra. Él (Tristán Ulloa o su doble, no sé) enseña la minga. Bueno, no diré que es mona, pero ahí está. Follan. Les entra hambre, claro. Tristán guisa que te cagas, como la abuela de Lucía. Follan. Sacan fotos guarras (sí, las de la mochila, lo habéis pillado). Follan. Van a un bar y se miran y cuando se cansan de mirarse, ella se saca las bragas. Ya en casa, baila (mal) y canta (dios mío) y se quita el resto de ropa. Él lo hace mejor. Follan. Mientras follan, ella da a luz. Ella enseña el potorro y canta “Un rayo de sol” mientras él escribe la Gran Novela Española. Qué felices son, hostia. Ahora ella está en la playa. Del agua sale un submarinista cachas y simpático. Pero Lucía, de momento, no se lo folla. Está muy ocupada rompiéndole el corazón al novelista: su segunda novela es un truño. Mientras la escribe, tiene una hija (él, no ella) y va al cole a llevarle el bocata. Pero la niña no es su niña y se llama Luna. Su niñera es una chica muy mona que se masturba en la ducha. Y en el sofá. Tristán come pollo y la niñera come, ejem, bueno, eso. Hay un perro que muerde, huy qué miedo, y una tía que bucea requetebién. Tristán hace footing y chatea con una rubia teñida para olvidar que su novela es una mierda. Es tan mala que le da pesadillas y le manda al hospital. Lucía, mientras, se deja pringar de barro por el submarinista cachas y da garbeos en moto. Hay un faro y agujeros en el suelo y largos planos de la luna y gente que se abraza y llora y moquea y cuando acaba la peli es todo tan bonito que le entran a uno ganas de reír y bailar y saltar y estrechar entre los brazos al violinista de los cojones, más que nada para que deje de tocar de una puta vez.
Qué peli, por dios. Cursi, boba, hueca, idiota y pretenciosa. Mala con ganas.
Así nos va.
Seis años antes. Lucía folla y Lucía se masturba. Bajo la cama y sobre el agua (o viceversa, no recuerdo). Como pasa de condones se queda embarazada. Pobrecita. Se ve que está obsesionada con un escritor melenudo al que sigue a todas partes, como Robert de Niro en “El rey de la comedia”. El tío, en vez de llamar a la poli, echa una ojeada al canalón de Lucía y decide que es mejor llevarla a bailar música disco cutre, emborracharla y tirársela. Lucía enseña las tetas. Qué monas son, una al lado de la otra. Él (Tristán Ulloa o su doble, no sé) enseña la minga. Bueno, no diré que es mona, pero ahí está. Follan. Les entra hambre, claro. Tristán guisa que te cagas, como la abuela de Lucía. Follan. Sacan fotos guarras (sí, las de la mochila, lo habéis pillado). Follan. Van a un bar y se miran y cuando se cansan de mirarse, ella se saca las bragas. Ya en casa, baila (mal) y canta (dios mío) y se quita el resto de ropa. Él lo hace mejor. Follan. Mientras follan, ella da a luz. Ella enseña el potorro y canta “Un rayo de sol” mientras él escribe la Gran Novela Española. Qué felices son, hostia. Ahora ella está en la playa. Del agua sale un submarinista cachas y simpático. Pero Lucía, de momento, no se lo folla. Está muy ocupada rompiéndole el corazón al novelista: su segunda novela es un truño. Mientras la escribe, tiene una hija (él, no ella) y va al cole a llevarle el bocata. Pero la niña no es su niña y se llama Luna. Su niñera es una chica muy mona que se masturba en la ducha. Y en el sofá. Tristán come pollo y la niñera come, ejem, bueno, eso. Hay un perro que muerde, huy qué miedo, y una tía que bucea requetebién. Tristán hace footing y chatea con una rubia teñida para olvidar que su novela es una mierda. Es tan mala que le da pesadillas y le manda al hospital. Lucía, mientras, se deja pringar de barro por el submarinista cachas y da garbeos en moto. Hay un faro y agujeros en el suelo y largos planos de la luna y gente que se abraza y llora y moquea y cuando acaba la peli es todo tan bonito que le entran a uno ganas de reír y bailar y saltar y estrechar entre los brazos al violinista de los cojones, más que nada para que deje de tocar de una puta vez.
Qué peli, por dios. Cursi, boba, hueca, idiota y pretenciosa. Mala con ganas.
Así nos va.