"El diablo sobre ruedas" es realmente la primera película dirigida por Steven Spielberg, a principios de los 70. Sobre la fecha exacta hay dudas porque depende de la versión en cuestión. Primero se emitió por televisión a finales de 1971 con una duración de 74 minutos, luego se rodaron escenas extras en 1972 y finalmente se distribuyó en los cines en 1973 la versión definitiva de 89 minutos. En cualquier caso, se trata de una obra de escaso presupuesto, 450.000 dólares, basada en la novela corta del mismo título de Richard Matheson. De entrada, la idea es buena, la de un conductor perseguido por un psicópata de la carretera, y la dirección de Spielberg desprende originalidad en algunos momentos. De hecho, la primera vez que vi "El diablo sobre ruedas" me llamó la atención favorablemente pero en esta ocasión me ha resultado absurda y pesada. Es decir, no funciona.

La clave es que a los veinte minutos el argumento se agota cayendo en una redundancia que termina agotando al espectador. El largometraje cuenta con dos problemas que ni siquiera han pretendido solucionar: cómo justificas que el protagonista, David (Dennis Weaver), continúe el viaje y no dé marcha atrás, que es lo que haríamos todos. Y cómo haces para que el bueno huya del malo y no al revés. Como no se lo plantea lo que sucede es una artificial carrera en la que David insiste en seguir adelante a riesgo de su vida hasta llegar en un absurdo desenlace en la que al loco del camión se la va directamente la olla (¿por qué enviste y no frena?). Pensé que la cosa mejoraría poniendo a una atractiva conductora en vez de a un señor pero esto no arreglaría nada sino que obligaría a mayores cambios en el guión porque ella no actuaría de una forma tan tonta como el tal David.