Trece años hemos tenido que esperar para que la película más taquillera de la historia, a precios brutos, regresara a modo de secuela. "Avatar 2" ha logrado con más de 2.300 millones de dólares recaudados en todo el mundo no sólo ser con holgura la más exitosa del pasado año 2022 sino que además se ha alzado con una medalla de bronce como la tercera más taquillera de todos los tiempos, pero sin tener en cuenta la inflación. Ahora bien, parece que James Cameron ha cogido carrerilla y ya nos amenaza con tres entregas más que tendrían que llegar en los próximos años, en el 2025, el 2029 y el 2031, y aún tiene en mente para sus sucesores la sexta y séptima parte. Que Dios nos pille confesados. El caso es que después de tan largo periodo de dilación habrían tenido tiempo para trabajarse algo mucho mejor pero resulta que "Avatar: El sentido del agua" es la misma caca que la primera del 2009.

Los partidarios de "Avatar 2" solo alegan dos motivos para alabarla: sus efectos especiales, ¿pero desde cuando este apartado es lo que determina que una película sea buena?, y que les gusta mucho Pandora. Pero para su desgracia, Pandora es una inmensa mentira. Buena parte del éxito del cine contemporáneo se basa en cumplir fantasías. Así tenemos al progre promedio, uno que se cree a pies juntillas el mito del buen salvaje y otras paridas tercermundistas, y que como lo que desea no es ver la realidad sino la creencia ideológica que él sostiene, creamos una inmensa fantasía en "Avatar" con el único objetivo de satisfacerlo. Es decir como es imposible que exista un mundo como el de Pandora y que como tal jamás ha existido nada equivalente, uno por ejemplo, en el que los seres puedan volar pero sin ayuda de la maldita ciencia occidental, entonces nos lo inventamos para satisfacer sus fantasías.

Por todo ello, a "Avatar: El sentido del agua" se la ve falsa, irreal, artificial, sin sentido sino que consiste en un conjunto de piezas colocadas a la fuerza para cumplir las expectativas woke. Por ejemplo, el romance entre humano y avatar sólo puede admitirse como una perversión muy próxima al bestialismo. Es además una propuesta, como concepto, dolorosa, grotesca e irritante en tanto que destruye el humanismo y pretende que nos identifiquemos con otras especies antes que con la humana. El largometraje es un compendio apestoso de indigenismo, ecologismo y progresismo, que vierte todo su odio hacia el hombre blanco occidental, se entiende que heterosexual, obsérvese que entre la abundante tripulación de los malos no existe ni una solo minoría étnica y que las poquísimas mujeres que aparecen, sólo para demostrar su competencia, se van de rositas cuando las cosas se ponen feas.

Dicho esto, se podrá alegar en su defensa que bueno, vale, como propuesta es así pero que más allá de lo ideológico hay un entretenimiento de primera. Sin embargo es todo lo contrario. El largometraje es una pesadez de más de tres horas, de las cuales más de un tercio es un aburrido documental sobre la vida marina y rollos de adolescentes. La trama es tan elemental, sosa, ilógica y repetitiva que hasta sus entusiastas lo reconocen así. Se supone que es una película de aventuras pero pronto se disuelve en el típico drama y además la acción pierde automáticamente todo su valor para dejar paso a la fantasía de ver asesinados a hombres blancos occidentales y hacerle la pelota a los protagonistas (SPOILER). "Avatar 2" es tan ridícula con sus horribles personajes azules sin interés, los clichés y los problemas de familia afroamericana que os garantizo muchas carcajadas ante tanto despropósito.