Esta es una de esas con las que te quedas con cara de tonto, no mucho, pero si lo suficiente para mirarla con desconfianza. Como pasa en estas ocasiones, hay aspectos que me han gustado y otras que no tanto. En lo primero, la mezcla de fantasía, intriga y thriller policial resulta llamativa. La idea es original, un forense que presuntamente ha matado a su mujer, trata de salir de dudas accediendo a los recuerdos de su presunta víctima, cosa que le irá llevando a los de otras personas. También John Dahl mantiene bien el misterio de la identidad del villano, aunque sea básicamente porque no da pista alguna.

Ahora bien, en el otro platillo de la balanza hay que colocar el recurso a un poderoso fármaco experimental que no me queda claro como funciona porque tiene la virtud de proporcionarte justo el recuerdo que uno desea ver lo cual es prodigioso. De acuerdo, es ciencia ficción, pero sí te choca, lo mismo que esta trama que pese a todo, te acaba aburriendo, tal vez por la simpleza que hay detrás. Entre confusos flashbacks no vislumbro cuál es el móvil de un asesino que podría ser cualquiera, con tal de añadirle la postrera explicación en la que el malo se delata. Además, ¿qué pasa al final? (SPOILER).