Punto final a una trilogía de terror, presuntamente porque en realidad no hay nada de eso, de lo más actual que tiene la particularidad de desarrollarse a través del tiempo: 1978, 1994 y en este capítulo final, en 1666. Aunque en realidad, como sospechaba hay una larga cola de vuelta en 1994 para resolver toda esta historia de brujas, asesinos en serie y maldiciones. Suena bien, pero en realidad es un rollo mayúsculo. "1666" tiene un problema gordo de entrada, que es una película hecha por y para mujeres. Observad lo irrelevantes que son las figuras masculinas. Si a esto le añadimos el feminismo, el lesbianismo, la inclusión racial y otros tics progres modernos lo que nos sale es un inmenso panfleto que vuelve toda la franquicia y esta entrega en particular una cosa realmente molesta y que despierta un escaso interés en cuanto se comprende de qué pie cojea.

Lo peor de "1666" es que en su lucha contra el patriarcado del hombre blanco heterosexual resulte ridícula, nada creíble, irritante o estúpida, esa batalla en el centro comercial es de lo más penosa, sino que por ese camino acaba siendo incoherente con lo que hemos visto en las anteriores entregas. Vamos, que no tiene sentido. Y menos aún, el recurso tan facilón de las visiones que lo explican todo porque de otra manera no hay forma. A lo que hay que añadir el ataque gratuito contra las animadoras, que quedan retratadas como unas zorras calenturientas. En definitiva, te pirrará esta saga si reivindicas la homosexualidad, si eres feminista y sueñas con el empoderamiento viril femenino, si odias al hombre blanco heterosexual y amas a las minorías étnicas o si te mueve el resentimiento social anticlasista. Si no, y en cambio te gusta el buen cine, no pases por esta calle.