Para todos aquellos políticamente correctos y progres de distinta coloración, del azulado al rojo más intenso, "Blach Hawk derribado" les parece casi un insulto. Todo lo que no sea reflejar que los militares y políticos de Estados Unidos, país al que odian con todas sus fuerzas, que tiempos aquellos en los que era puesto como ejemplo de todos los revolucionarios del mundo, son psicópatas desalmados, corruptos y malvados, y los nativos, unos tipos angelicales, es propaganda, tergiversación, manipulación y que no sé qué cosas más. Pobres, se creen ciegamente sus propias mentiras. Desgraciadamente para ellos en este caso se trata de un hecho real, enmarcada en una misión humanitaria de la ONU en la Somalia de 1993, un país que desde 1986 y especialmente desde 1991 hasta la actualidad vive en una guerra civil que ha causado varios millones de muertos a los que a la izquierda les importa un comino con tal de alejar a los "imperialistas" del tercer mundo.

Recuerdo que cuando la vi hace años me pareció caótica. Así que procurad prestad atención a la explicación de la misión, si es necesario, apuntad nombres, pelotones y graduaciones de los principales. Una vez entrado en faena, Ridley Scott nos ofrece dos horas casi continúas de trepidante acción que, por extraño que parezca mantener el ritmo, no resulta cansina sino todo lo contrario. La película cuenta con un gran reparto y en el aspecto técnico destaca sobre todo por el soberbio montaje, que le valió un Oscar, pero también por el sonido, otra estatuilla, la fotografía, la dirección, ambos nominados, y los efectos especiales con los que se retrata con gran realismo la crudeza de la guerra. La clave es el asalto al centro de la ciudad en la que, por cierto, no participa ni una mujer, ya que no podían servir en combate. Esto que antes a nadie se le pasaba por la cabeza se llegó a prohibir con una norma en 1994, ley que se ha anulado en el 2013 para regocijo de igualitarios y tristeza de un servidor.