O al menos esto es lo que a mí me ha pasado. Cuando la vi en el cine, no me impresionó demasiado, y conocía el conflicto, lo había seguido en los periódicos, pero me dejó frío, como comenta otro compañero, quizás esperase más de la película ante un hecho tan dramático y tan espeluznante (uno de los mayores genocidios de toda la historia, sin duda alguna).
Pero en esta segunda visión, por tv, y después de varios años, sin ya esperar nada, me ha conmovido un poco, no le doy mejor nota porque creo que tiene varios fallos: un poco larga, rompiendo el ritmo en ocasiones, el actor principal quizás no es el más idóneo para esta historia, alguna secuencia que sobra enteramente, bien porque no aporte nada, bien porque repite lo ya expuesto en alguna otra, etc ...
Eso sí, el papel de Malkovich no es muy lucido, pero hay que ver qué buen actor es, puesto que hace de reportero de guerra medio chiflado, moviéndose compulsivamente al ritmo de los acontecimientos, y es como si pareciese que la cosa no va con él, seguramente a indicación del director y del guión, sin duda, pero da ese toque de periodista (en este caso gráfico) al que le va la subida continua de la adrenalina, en este tipo de conflictos peligrosos incluso para los periodistas, éste de Camboya lo fue mucho en ese aspecto, puesto que cualquier occidental era sospechoso de traición y de colonialismo, tal era la furia y marea roja.
Spoiler:
Y por otro lado, el actor nativo, al que asesinaron después de hecha la película, dicen que los propios khemeres rojos, pone el toque de mesura oriental en aquel despropósito iniciado, vamos a decirlo así, por un occidental, don Carlos Marx, y que llegó a todos los confines de la tierra. Al final, se impone el sentido común, y sólo los coreanos del norte abundan en la ortodoxia imposible del socialismo utópico, hasta los chinos se han pasado a una especie de socialdemocracia, pero sin democracia, toma ya.