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Spain Spain · málaga
nachete rating:
8
Drama. Mystery In a dusty, under-populated California resort town, Pinky Rose (Sissy Spacek), a naive and impressionable Southern waif begins her life as a nursing home attendant. There, Pinky finds her role model in fellow nurse "Thoroughly Modern" Millie Lammoreaux (Shelley Duvall), a misguided would-be sophisticate and hopeless devotee of Cosmopolitan and Woman's Day magazines. When Millie accepts Pinky into her home at the Purple Sage singles' ... [+]
Language of the review:
  • es
August 18, 2007
68 of 74 users found this review helpful
Inusual y rarísima pieza maestra en la filmografía del irregular Robert Altman, la fascinación que emana de cada fotograma de Tres mujeres es muy difícil de explicar. Hay una cierta sensación de extrañeza a la hora de observar a cada personaje, protagónico o secundario, de la historia, con un deje delirante y amargo a lo David Lynch. Pero es secundario, lo que importa es que el autor de Short Cuts ha logrado, por méritos propios, filmar la película de vampiros más insólita (y sutil) que he tenido ocasión de ver. Porque de vampirismos emocionales y suplantaciones de personalidad habla esta joya trise y desconcertante, abierta a todo tipo de interpretaciones (desde las inevitablemente freudianas a las sociales o religiosas), una soterrada aproximación al fantástico que poco a poco deja teñirse de un aura terrorífica implícita en la propia elección del casting (Spacek recién salida del baño de sangre de Carrie, Shelley Duvall -actriz fetiche de Altman- quién sabe si preludiando su futura inmersión en la locura bajo las órdenes de Kubrick).

Basándose vagamente en ciertas leyendas de criaturas ancestrales devoradoras de energía (también en un sentido sexual), Altman construye su fábula oscura enfrentando a tres patitos socialmente feos a un mundo real (pero a veces surrealista, verbigracia los padres del personaje de Spacek o el vaquero borracho) que les rechaza y les obliga a cambiar para conseguir aceptación. La dirección pausada de Altman se apropia, a su vez, del efecto distorsionador que encontraríamos al observar la realidad a través de un vaso de agua (de hecho son numerosas las imágenes captadas bajo un prisma líquido) para dotar a su relato de una silencioso cadencia acuática y, de paso, formular una metáfora en torno a la personalidad de sus protagonistas, cuyas rostros fluyen de cuerpo a cuerpo a través de invisibles vasos comunicantes. Tal vez el personaje de Janice Rule no esté todo lo bien explicado que debiera, pero bajo el conjunto aparece como un defecto menor. Al fin y al cabo Sissy Spacek y Shelley Duvall se bastan solitas para elevar el interés de la película y convertir un precioso cuento de horror en una primorosa lección de cine que se mueve constantemente bajo el signo del misterio más absoluto: el de Altman y el de sus propios personajes.

Lo mejor: su tono.
Lo peor: quedarnos sin respuestas ante las muchas preguntas que genera la película.
nachete
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