Tenía mucho interés en esta película. Muchísimo. Estudié a Nash en la facultad de economía y eso me reportó una matrícula de honor, con lo cual cualquiera puede imaginar mi gran interés por la vida de este genio llevada al cine.
La historia sigue lo justo el guión de la vida de Nash, haciéndola más agradable, aunque no voy a entrar en detalles. Existen dos modos de hacer cine: uno es hacer cine sincero, arriesgado y con una visión valiente, como Von Trier, Almodovar y todos esos que tienen tantos detractores. Luego está la forma de hacer cine a lo Hollywood, a quedar bien con todo el mundo. El resultado es una película mediocre que agrada un sábado por la tarde y que no nos llega. Parece que Ron Howard toma una historia real bastante especial como excusa para ganarse unos Oscar y darse aires de gran director de cine. Digo esto porque sobran las pasteladas, sobran las escenas complacientes, sobra una Jennifer Connelly tremendamente mediocre, acercada forzadamente a los canones de belleza actuales para que nos parezca más atractiva. Postureo y palabrería, poco más. Un Oscar lamentable.
El único que se salva en esta película es Russel Crowe, que puso lo que tiene, talento innato para meterse en cualquier papel. Sinceramente la película me resultó aburrida y demasiado larga, pero por otro lado me dejó cosas sin saber de Nash que me hubiera gustado conocer. En definitiva, no creo que haya sido la mejor manera de llevar a la pantalla a este gran genio, ya que en lugar de ser fiel a la historia se adapta de un modo complaciente