A David Lynch hay que cogerlo con ganas y estar preparado mentalmente para lo que te va a contar, que siempre es un plato que no se digiere fácilmente, un paisaje onírico y surrealismo, lo más parecido a un sueño que no se olvidará.
"Blue velvet" nos relata una historia intrigante llena de emoción en un mundo que sólo Lynch sabe ver, lleno de excentricidades y personajes complejos.
Aquí tenemos dos bandos diferenciados, el primer bando es el que forma Jeffrey (Kyle MacLachlan) y Sandy (Laura Dern) con sus personajes rezumando inocencia y demasiada mojigatería colegial y el bando de Dorothy (Isabella Rossellini) y Frank (Dennis Hopper), personajes turbios y esquizofrénicos.
Lynch los mete en ese mundo extraño y aprieta el botón de la coctelera.

El resultado es altamente satisfactorio, con una trama interesante aunque a ratos poco consistente y unas escenas inolvidables que juegan con la sensualidad de los protagonistas (que no sexual, durante el metraje se respira erotismo).
Pero las excentricidades del director le pueden seguir jugando una mala pasada al espectador que directamente, ve un montón de hechos ilógicos representados aquí.

La banda sonora nos repite unas cuantas veces el tema "Blue Velvet" interpretado con muy poca gracia por Isabella Rossellini y la canción "In dreams" de Roy Orbison, con una letra retocada especialmente para la película.

Ese es el universo Lynch, para hacer lo convencional ya están los demás.