Siempre resulta un placer volver a ver estos clásicos del cine, más aún si está Hitchcock de por medio.

Aún no gustándote el cine resultaría impensable rebatirla. Poco se puede decir de una película que cualquiera conoce por la escena de la ducha, por poner un ejemplo. Y como contarla no es suficiente para conocer su magia, es por tanto necesario verla para conocer los impulsos que pueden llegar a tener las personas con algún tipo de enfermedad.

Que decir de Norman Bates (A.Perkins)aparte del propio nerviosismo psicópata que transmite al espectador, sabes en todo momento que se trata de una mente perturbada, y lo bueno es que en cualquier momento puede hacer uso de su mente maníaca. Realmente sus apariciones llegan a dar escalofríos en la piel del espectador.

No es menos inquietante la intervención de Marion (J.Leigh); si Bates consigue ponerte nervioso, no es menos la aparición de Marion para darse cuenta del pánico que transmiten sus ojos en algunos momentos del film.

La banda sonora acompaña en todo momento el suspense terrorífico en que te adentra la película que por momentos te hace estremecer del asiento.

Y qué decir de los esclarecedores planos en la escena de la ducha.

Para terminar aclarar que la demencia humana no tiene límites, y algunas veces nuestra propia sangre nos juega una mala pasada, y así lo muestra Hitchcock, quizás porque nunca llegamos a salir del todo del útero materno.

Ciertamente es una película que vería en cualquier momento, es de ese cine que no te cansarías de ver nunca.