“Lock & Stock” era una ágil, fresca e hilarante comedia negra, con personajes atractivos y personalidad propia. “Rocknrolla” es una docena de vueltas de tuerca sobre el mismo planteamiento hasta llegar al paroxismo.

Lo que en la primera era frescura, en la segunda se muestra pura rutina, lo que en una era agilidad narrativa, aquí aparece como torpeza revestida de un esteticismo bastante hueco. El montaje sincopado, los planos enfáticos, la oscurísima fotografía, sólo superada por la oscuridad de un guión que no se sabe si es intencionadamente intrincado o simplemente malo, me han hecho desear casi desde el comienzo que la película acabara cuanto antes. Tenía la sensación de que por debajo de la pantalla aparecían en mis retinas con insistencia las palabras: “es una película de Guy Ritchie, es una película de Guy Ritchie, es una película de Guy Ritchie”. Ya lo sabíamos, majo; de hecho, si no viniera avalada por tu firma probablemente la habría visto tu tía, o tu ex esposa, cuyo millonario divorcio parece haberte nublado las entendederas.

Una decepción absoluta, porque posee el mayor defecto que para mí puede tener una película: es A-B-U-R-R-I-D-A.