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Poland Poland · Terrassa
Taylor rating:
7
Drama It is French Colonial Vietnam in 1929. A young French girl from a family that is having some monetary difficulties is returning to boarding school. She is alone on public transportation when she catches the eye of a wealthy Chinese businessman. He offers her a ride into town in the back of his chauffeured sedan, and sparks fly. Can the torrid affair that ensues between them overcome the class restrictions and social mores of that time? ... [+]
Language of the review:
  • es
July 2, 2009
46 of 48 users found this review helpful
Afirmaba en mi anterior crítica que el cine erótico -a tenor de lo que constatan sus títulos más emblemáticos- era un género pocho. Un género defenestrado, herido de muerte, en peligro de extinción. Pues bien, sin ánimo de retractarme en mis convicciones, podríamos decir que “El amante” vendría a ser aquella excepción que confirma la regla. Veamos por qué.

En primer lugar cabe destacar que la peli de Annaud es una adaptación literaria. Y aunque las adaptaciones literarias no constituyen ninguna garantía de éxito (más bien al contrario) podría decirse en esta ocasión (en virtud de lo que comentan los que han leído la novela homónima de Marguerite Duras) que se trata de una más que correcta adaptación. Contamos, por consiguiente, con materia prima (el guión) de alta calidad.

En segundo lugar yo resaltaría el impecable trabajo de Annaud tras las cámaras. Se nota a la legua que este cineasta es un virtuoso, un perfeccionista. Un tipo que le concede a la forma, a la expresión audiovisual, toda la importancia que se merece y que no tiene ninguna prisa en narrarnos la historia. Una historia, dicho sea de paso, bastante pobre en lo que a acontecimientos se refiere (el relato intimista de Duras prácticamente se reduce a la ‘voz en off’ de Jeanne Moreau) y que Annaud consigue relativizar concentrando todas sus energías en plasmar con la mayor pulcritud estética (fotografía, música, puesta en escena) la singular relación entre el apuesto chino (Tony Leung) y la pícara colegiala (Jane March).

En tercer lugar deberíamos hablar, como no, del componente erótico. De las escenas de sexo, vaya. Personalmente las considero bastante buenas. No solo porque están exquisitamente rodadas (la alternancia entre planos medios, primeros planos y planos de detalle es armoniosa y elegante) sino porque duran lo necesario y ‘enseñan’ lo necesario. Ni más, ni menos. Otro tema sería el de la interpretación de los actores. Y otro más, si la situación coyuntural (los encuentros furtivos en esa ‘habitación de soltero’) nos erotiza lo suficiente. Respecto a la primera cuestión diría que Tony Leung cumple mientras que Jane March, sintiéndolo mucho, constata por qué razón no hemos sabido nada más de ella estos últimos años. Respecto a la segunda cuestión, tan sólo manifestar que la irrecusable falta de pasión exhibida (de ella, por inmadura, y de él, por calzonazos) impide que el clima sexual sea algo más tórrido. Pero bueno, por ahí la novela manda ¿no? Pues nada, un siete.
Taylor
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