INTERPOL, CIA, STASSI, FMI… la mitad del alfabeto dando por saco junto a traficantes de armas y lobbys económicos, todos juntos y, por desgracia, a menudo revueltos en una historia demasiado enrevesada como para sacar algo en claro con un solo visionado. Mal asunto: las pelis pendientes de ver se me acumulan y no está la cosa para tener que verlas dos o tres veces para sacar algo en claro.

Bueno, algo sí se saca en claro: Tom Tykwer es un detallista capaz de hacer de cada escena por separado una armonía de precisión milimétrica, de coreografiar cada microsegundo con gran talento, de ubicar cada nanopartícula de aire en su sitio… pero incapaz de conseguir que cada escena se integre en un todo trepidante (o cuando menos rítmico) sin que parezca que ha dedicado cuatro guionistas a escribir cada plano y ninguno a dar continuidad. Una pena, porque escenas como la del tiroteo del Guggenheim y la persecución por los tejados de Estambul son dignas de aplauso y se quedan grabadas en la retina, pero la sensación final es de que la película es un ladrillo y de que para entenderla hay que leerse previamente el “Financial Times”, el “Wall Street Journal” y la sección de economía de “El Confidencial”.

Una pena, insisto. Paul Greengrass coge este presupuesto, esta trama, estos protagonistas, estos secundarios, hace una llamada a Matt Damon, y nos monta en un plis-plas la cuarta parte de Bourne introduciéndonos en la cabeza toda una sutil teoría de la conspiración sobre quien mueve realmente los hilos del poder. Quizá con el tiempo Twyker se vea en disposición de hacer algo parecido y no solo una cosa entretenida (si se dispone de la capacidad de concentración necesaria para seguir tanto nombre), de gran factura técnica, pero que parece inspirada en las típicas medias verdades y suposiciones sin contrastar de los editoriales de “El País” (los mercados atacan la economía, los especuladores de siempre provocan las crisis…).

Sorprende por momentos, raya a gran altura en ocasiones, aburre a ratos, desconcierta en todo momento y siempre da gusto ver a Clive y Naomi en pantalla. Merece la pena, aunque daba para algo más.