Siendo como es una extraña mezcla de terror y comedia negra, géneros con lo que no simpatizo, “Noche de Bodas” se sostiene gracias a una trabajada puesta en escena atrevidamente gótica, unos estudiados juegos de cámara, a unas interpretaciones bastante solventes, a un ritmo que no da tregua sin caer en la locura y a un desarrollo razonablemente sangriento que se mantiene en los límites del decoro y que evita una y otra vez caer en los cientos de tentaciones woke que el argumento pone a su encuentro. La película plantea un escenario de «las chicas son guerreras» pero llevado con mucha mesura y con el que es posible integrarse en una trama en la que, si bien no se han roto mucho la cabeza, tampoco es la más ridícula que he visto.

No se me ocurre ningún motivo para recomendarla encarecidamente o advertir de los riesgos de perdérsela, pero tampoco ninguna razón para desaconsejarla. Hay películas del estilo bastante peores en todos los aspectos. Pocas veces el adjetivo ‘pasable’ es tan apropiado.