'Viernes 13', una de las sagas menos interesantes de este siglo pasado.

Jason nunca ha tenido el sano cachondeo de Freddy o el misterio sobrenatural de Michael.
Solo es un bruto que descuartiza gente, y un planteamiento así no puede dar a luz a tanta secuela sin que todo acabe siendo un verdadero chiste.

Este remake lo intenta, trata de reactualizar conceptos e iconos, concibiendo a Jason como una especie de Rambo con Crystal Lake como coto de caza, pero siguen sin darse cuenta de que lo esencial no es darle a todo una mano de elegancia-roñosa que antes no tenía.

'Viernes 13' solo funcionaría (y digo funcionaría porque nunca lo ha hecho, y la primera parte funciona en base a otras cosas) si tuviéramos de fondo a Jason y su campamento y en primer término a protagonistas perdurables cuyo dilema venga de algo más que tratar de tirarse al pibón de turno.
No sucede aquí, desde luego no con el dramilla del personaje de Jared Padalecki, y a partir del primer asesinato la historia se va transformando en pura rutina controlada sin apenas imaginación en los asesinatos, algo sangrante cuando es lo mínimo que se pide.

Lo de siempre enmascarado con lo de siempre más un poco de algo distinto, pero como siempre.
El equivalente cinematográfico de pasar por caja y fichar para dejar constancia de que se está ahí.