Me encanta leer que Gene Wilder hace de Gene Wilder y Richard Pryor hace de Richard Pryor, suena a necedad pero es una afirmación maravillosa, porque son ellos tal y como son recordados. A partir de "El expreso de Chicago" se inició una colaboración que, para bien o para mal (gustos como los colores), supone una parte especial y única de su género en el cine.

Hasta que Pryor aparece la película ya va lanzada, si no recuerdo mal para ese momento el pobre editor de libros ya ha bajado del tren dos veces, se ha ligado a una pasajera, ha volado en avión espantando ovejas y ha sido protagonista del inicio de una historia de asesinatos que no tendrá su final, lógicamente, hasta que ese tren apure todas sus paradas.

Un trayecto de tren por la comedia más sana, muy picante también, con un guión sólido que no destapa información más que cuando es necesario para mantener todo el interés y unos actores tocados por la barita. Efectivamente, para bien o para mal, son Wilder y Pryor.

Setentera a más no poder, graciosa, bien hecha: ¿quién quiere viajar en taxi, con lo aburrido que puede ser, por poner un ejemplo, en Inglaterra, pudiendo ir en tren durante un par de noches, con restaurante, mil paisajes y mil personajes que descubrir?