El cine de Eastwood tuvo su despegue más decisivo gracias al italiano Leone. Los despegues son como son y quedan para la historia sólo como punto a señalar de algo más importante que es el conjunto general. Por lo que sé pocos se esperaban que "Por un puñado de dólares" llegara a suponer tanto, no sólo para el actor sino también para el director, y el caso es que la acogida que tuvo esta primera parte de la serie no es tan equitativa respecto a su calidad, mientras que las que vendrán después están muy por encima y son merecedoras más justamente de su fama. El director enseña sus armas pero no las despliega, no realiza las exhibiciones que vendrán posteriormente y nos ofrece un diamante en bruto que hay que saber apreciar objetivamente.

La música del amigote Morricone acompaña una historia explicada con katanas y kimonos unos años atrás, a la manera del japón feudal. Como sobre gustos no debe haber disputas, yo prefiero el remake, es decir, me quedo con los canallas cobardes que despliegan sus miserias en Almería. El mercenario es un pobre diablo sin sentimientos que va a lo que va, tanto con katana como con pistola, son gustos, y yo me quedo con Eastwood. La historia es cruel con todos, repleta de violencia, polvo, tiros y mala leche. Un buen inicio, imprescindible western, la historia del cine lo señala como alternativa en el género y su valor es incuestionable.