La película recrea muy bien la situación político-religiosa imperante a principios del siglo XVI. Esa Roma repleta de vendedores de indulgencias y prostitutas (Roma era la ciudad con más prostitutas de la época) refleja a la perfección lo que era entonces. Se refleja muy bien el clima de opresión que propició la revolución luterana, que quizá no hubiera triunfado en otras circunstancias. Magnífica la escena de la dieta de Augsburgo.
De las interpretaciones, mencionar que Joseph Fiennes está muy bien (aunque no pueda evitar ver en él al Shakespeare que le hizo famoso), magnífico Bruno Ganz, pero por encima de todos, colosal Peter Ustinov.
Un único detalle: Carlos I aparece retratado como un pusilánime prepotente. Puede que fuera eso en la dieta de Worms, pero en la de Augsburgo... al actor que lo interpreta le falta majestuosidad, solemnidad.