José Mará Eça de Queiroz (1845-1900) fue un excelente escritor portugués con especial dedicación a la denuncia de la hipocresía social. En sus pocos años de vida (sólo 55) logró componer una obra de gran valía. La novela en que se basa esta película es prodigiosa en todos sus aspectos. Escrita en 1875 castiga con dureza sin contemplaciones el abuso de poder de la Iglesia en todas sus representaciones: por arriba en sus más altas autoridades y por abajo en sus curas de a pie, los bien preparados, cultos, y los más dados a los placeres terrenales. Queiroz fue pionero de la novela moderna, por eso hoy en día sus obras se pueden leer con entusiasmo: estilo original, dinámico, con personajes de gran riqueza psicológica, e historias narradas con rigor expositivo e ideas que en su tiempo fueron motivo de escándalo.

El crimen del padre Amaro de Carlos Carrera funciona muy bien por su perfecta adaptación a un mundo provinciano en el que puede reconocerse cualquier país del tercer y primer mundo: esa doble vida, esa doble pasión que no es más que abuso de poder que, en este caso, queda conmovedoramene plasmado por una realización eficaz y gran interpretación de García Bernal y la niña objeto de su deseo: corre el ardor juvenil de ambos personajes, la morbosa atracción de quien domina y quien tan a gusto es dominada. Da escalofríos toda la historia y aterroriza el final, pues describe con gran riqueza poética y precisión cinematográfica hasta donde es capaz de llegar un tipo de esta calaña y la claridad con que el director expone el asunto con su terrible actualidad, pues hoy siguen ocurriendo esa clase de desmanes en que numerosas muchachas son manipuladas de este modo por propios y extraños.

Los personajes secundarios támbién están muy bien escritos e interpretados con un gran reparto hispanomexicano. Pocas veces se ha lucido tanto Sancho Gracia, al margen de sobreactuaciones y forzados hombres duros.