Da igual la buena ambientación, el reparto y el potencial de la historia cuando todo está tan mal contado. El desequilibrio de ritmo y la lentitud narrativa lo echan todo a perder. ¡Qué despacio pasa todo!
Yo diría que transcurre en tres actos.
El primero es el enamoramiento, que es tan ñoño como empalagoso y poco interesante. Griffith y Douglas no tienen química y los desvelos de la protagonista me importan un pimiento.
El segundo acto, al que ya llego aburrido, es el espionaje en plena Alemania nazi. Esto podría haber estado muy bien, pero el director se empeña en alargarlo todo innecesariamente y eternizar los silencios. De esta manera, la poca emoción que hay se diluye entre tantos minutos vacíos.
La tercera y última parte es el desenlace, donde Linda (la insulsa Melanie) trata de atar cabos sin morir en el intento. Pero la película es tan pesada y se hace tan larga que a estas alturas estoy totalmente fuera de la historia, con nula empatía, y deseando que termine. Ni Liam Neeson salva esto.
¡Qué película más pesada! ¿Por qué no duraría 40 minutos menos? Habría estado muchísimo mejor así.