El cine fantástico ya ha jugado en muchas ocasiones con criaturas de la oscuridad, de manera que los protagonistas tenían que usar la luz como arma. Así que aunque pueda parecer original (que lo es), esta idea del sonido tenía que llevarse a la pantalla tarde o temprano.
Con este planteamiento, la película tiene la particularidad de tener menos diálogos que "Conan el bárbaro".
Resulta muy ingenioso cómo se las tienen que ingeniar para sobrevivir obligados a no hacer ruido casi nunca. En mi mente retorcida, de buena gana soltaba yo a unos cuantos de estos bichos en mi oficina o en mi edificio, a ver si se callaba un poquito la gente.
En fin, la película es bastante entretenida y supone un soplo de aire fresco en el género, que ya es decir algo. Han logrado levantar una historia decente, emocionante y original, y todo prácticamente sin hablar.
Los pocos actores que salen hacen bien su trabajo y transmiten la sensación de angustia al tener que vivir así. Emily Blunt se lleva la palma, que lleva el peso de una escena crucial que es bastante buena. Pero los niños también tienen sus buenos momentos, en una serie de situaciones que nadie querría tener que pasar.
Eso sí, miedo no da mucho, pero mantiene la emoción y el interés casi todo el metraje, que por otro lado no es muy largo y en este caso eso se agradece.