Estaba sentado dentro de una sala de cine, solo, pensé. Contemplando el nuevo filme del decadente Alex Proyas. A mi lado, para terror mío se encontraba Antipseudo vanagloriando a Nicolas Cage y su enésima peluca. Este tipo lo tiene que amar pensé. Después deduje que tenía que prestarle atención al filme. Y lo hize.

El principio y el nudo me dejan perplejo. De una ilógica que abruma. Para justificarlo un poco algunos toques forzados. Y tan tan. Un producto con bastante suspenso si no se le busca tres pies al gato. A mi mente al mismo tiempo me remite a la memoria bastantes filmes de ciencia ficción y terror. Algo prestado tuvo que haber pedido, pienso. Volteo a ver a Antipseudo y lo encuentro con una cara de maravillado, como si hubiese descubierto el mismo alguna especie de preciado tesoro. Pero no se debe al filme que encuentra endeble, se debe a Nicolas Cage. Que miedo y me embulle un escalofrío fatal...

Como sea, prosigo con mi visionado. Después de algunas escenas que molan bastante a pesar de su ingenuidad (¿pasajeros corriendo después de haberse colisionado su propio avión? jejeje, pero queda genial esa toma a primera persona!!!) estoy a punto de entrar el desenlace...

2009: Odisea al origen de la vida...

Me despierto, al día siguiente se me entrega un papel. Lamentablemente no esta llena de números. Y aún es más triste que no se trate de Antipseudo quien me lo este entregando. Bueno, que más da. Unos boletos de cine para el filme de Alex Proyas. Allá vamos.

Termino el visionado y estoy seguro de mi puntuación. Un uno. Sin embargo...

Nunca la música clásica se oía tan preciosa mientras contemplaba el final. El acalorante final. La nota sube a cinco por dos minutos. Curioso.