Banderines tricolores por aquí, águilas devorando serpientes por allá. Cruzo la avenida no sin antes advertir aquella fila de siluetas que no parecen ser mas que un conjunto de adornos. ¡Claro!... este año parece ser uno muy especial en éste país. Pero si incluso las calles, los parques, las plazas, hasta el baño de mi vecina se han mandado a remodelar. La frase más repetida este mes: ¡Viva México cabrones!. El pueblo está feliz, y el gobierno, también. Piensan en aquel día especial. La cuenta atrás parece estar ya, del otro lado. "Cuetes", tequila, ferias, gritos, sombreros, corridos, verde-blanco-rojo, rojo... muy rojo, lamentablemente.

No es ni siquiera de extrañar, los modos de está sociedad en estos lugares. Una vez más vendrán los fiestas patrias, sólo que esta vez, aumentadas en todo, excepto en inteligencia. No es por denostar. Si al final, puede que contribuya a dicha causa. Es sólo que duele ver tanta gente idiotizada..., perdón, enajenada.

Mañana será igual. Personas encomendándose a la vírgen en la iglesia de la comunidad (después vendrá su "taranovela", su romance extramarital, y porque no, un poco de alcohol y algo de música regional), señoras calumniando el último romance de la estrella popular en cuestión, noticieros de quinta anunciando la última obra de nuestros gobernantes... mentiras, mentiras, y sí, adivinaron, más malditas mentiras.


... Y Luis Estrada, con un par nada más y nada menos. En una obra que recoge lo mejor de la sátira en el primer tramo y del viejo western en su nudo y desenlace, pero si incluso se puede respirar ese olor a antiheroe clásico, a venganza a flor de piel, a desierto... a un filme polémico, sugerente, crítico, contundete.

Aún quedan valientes en estos tiempos... no todo llueve sobre mojado después de todo, que ya es, en esencia, demasiado.