La caja negra es, por mucho que intente disimular por momentos, cine francés en estado puro. Una película que bebe de los clásicos galos y que tiene cierto aire a otras películas como Memento, El número 23 y al cine de David Lynch.

Richard Berry, actor y director parisino, se encarga en La caja negra del guion y la dirección. Si bien lo que hace con el guion son ajustes a la historia de Tonino Benacquista, con la ayuda de Eric Assous, su gran labor en la película es un sorprendente buen hacer tras las cámaras, donde consigue crear un ambiente tan cuidado como caótico que sumerge al espectador en un estado de locura total en el que todo puede avanzar a una velocidad de vértigo y frenar en seco sin seguir ningún camino ya marcado. Gracias al fabuloso trabajo de fotografía de Thomas Hardmeier, las partes en las que se divide la película son facilmente diferenciables con un solo golpe de vista. El error de Richard Berry, como de tantos y tantos cineastas franceses, es querer estar por encima de sus posibilidades, con lo que hay algún instante en el que la historia parece ponerse a temblar debido a varios elementos metidos con calzador y que, a la postre, acaban teniendo una importancia menor. Mucho se habla, al nombrar esta película, de un supuesto final abierto que, en realidad, no existe, pues se atan todos los cabos a poco que el espectador preste atención.

José García, actor franco-español de enorme talento que ha desarrollado la mayor parte de su carrera en Francia, se mete de lleno en un personaje nada sencillo que debe atender varios frentes y el actor no solo cumple en todos ellos, sino que lo hace de forma excelente. Marion Cotillard, una de las mejores diez actrices del momento (para mí eso es algo indiscutible) encabeza de forma fabulosa una lista de acertados secundarios en la que se incluyen nombres como los de Michael Duchaussoy (actor desaparecido a principios de 2012) o la hermosa Helena Noguerra, dos intérpretes con experiencia en el cine del país vecino.

Resumiendo, que es gerundio: a pesar de comenzar como una gran película densa, La caja negra se va diluyendo a la velocidad a la que se van acabando sus formas de intentar encubrir un final en el que sí se deja todo atado y bien atado. Aunque la forma de ejecutar el clímax sí es, tal vez, lo más flojo de esta corta pero intensa película.