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Alexei rating:
1
2017
Brian Yorkey (Creator), Tom McCarthy ...
6.7
23,851
TV Series. Drama. Mystery
TV Series (2017-2020). 4 Seasons. 49 Episodes. 'Thirteen Reasons Why', based on the best-selling books by Jay Asher, follows teenager Clay Jensen (Dylan Minnette) as he returns home from school to find a mysterious box with his name on it lying on his porch. Inside he discovers a group of cassette tapes recorded by Hannah Baker (Katherine Langford) -his classmate and crush-who tragically committed suicide two weeks earlier. On tape, ... [+]
Language of the review:
- es
May 27, 2017
37 of 54 users found this review helpful
Lo peor que se puede decir de este producto prefabricado es que es deshonesto y manipulador. Pretender colgarse la medalla de la concienciación social y el acto pionero de hablar de una problemática seria en este formato es algo que no cuadra con la superficialidad impostada de lo que realmente es un melodrama para adolescentes emocionalmente sugestionables.
Siguiendo a línea de cosas como Crepúsculo o Melrose Place, nos presentan a un reparto de veinteañeros (treintañeros en algunos casos) que estarían más ubicados desfilando en una pasarela de moda que pateando los pasillos de un instituto de anuncio de Tommy Hilfiger. Durante 13 soporíferas horas de metraje les vemos deambular por las mismas escenas y situaciones forzadas, soltando frases ácidas y elocuentes, poniendo cara de intensos. Pero nunca llegamos a saber nada acerca de ellos ni de sus sentimientos. Los guionistas están convencidos de que con mostrarnos sus respectivos domicilios con progenitores ausentes (de la pantalla nada más) y hacerles espetar cuatro frases de telenovela ya es suficiente para hacerlos creíbles.
El resto de sus esfuerzos los gastan en escenitas lacrimógenas a base de caras idem y música escogida al azar de alguna lista de las que te ofrece spotify si escribes "teen angst" en su buscador. Eso y dos capazos de morbo y violencia injustificada en una larga serie de catastróficas desdichas bastante rebuscadas.
Todo ello para hablarnos, supuestamente, del bullying, los problemas emocionales de la adolescencia y la depresión en que desembocan muchos casos. Eso sí, sin que nada de eso haga acto de presencia en la historia por ningún lado. La protagonista hace gala de un comportamiento inusitadamente retorcido e incoherente, buscando meterse en situaciones en las que ser vejada para luego victimizarse, maltratar a su vez a los demás y terminar suicidándose simplemente por venganza.
Si esta es la forma en la que los de Netflix (cuyo co-fundador es pariente de Freud y sobrino nieto de Edward Bernays) creen que debe tratarse un problema que va en aumento estamos apañados. Plasmar el suicido adolescente como una cuestión caprichosa y casual es la peor forma en la que se puede encarar el asunto y la cosa sólo empeora cuando se recubre de una pátina de frivolidad que se hace pasar por pretendida seriedad.
Algunas de las burradas a continuación:
Siguiendo a línea de cosas como Crepúsculo o Melrose Place, nos presentan a un reparto de veinteañeros (treintañeros en algunos casos) que estarían más ubicados desfilando en una pasarela de moda que pateando los pasillos de un instituto de anuncio de Tommy Hilfiger. Durante 13 soporíferas horas de metraje les vemos deambular por las mismas escenas y situaciones forzadas, soltando frases ácidas y elocuentes, poniendo cara de intensos. Pero nunca llegamos a saber nada acerca de ellos ni de sus sentimientos. Los guionistas están convencidos de que con mostrarnos sus respectivos domicilios con progenitores ausentes (de la pantalla nada más) y hacerles espetar cuatro frases de telenovela ya es suficiente para hacerlos creíbles.
El resto de sus esfuerzos los gastan en escenitas lacrimógenas a base de caras idem y música escogida al azar de alguna lista de las que te ofrece spotify si escribes "teen angst" en su buscador. Eso y dos capazos de morbo y violencia injustificada en una larga serie de catastróficas desdichas bastante rebuscadas.
Todo ello para hablarnos, supuestamente, del bullying, los problemas emocionales de la adolescencia y la depresión en que desembocan muchos casos. Eso sí, sin que nada de eso haga acto de presencia en la historia por ningún lado. La protagonista hace gala de un comportamiento inusitadamente retorcido e incoherente, buscando meterse en situaciones en las que ser vejada para luego victimizarse, maltratar a su vez a los demás y terminar suicidándose simplemente por venganza.
Si esta es la forma en la que los de Netflix (cuyo co-fundador es pariente de Freud y sobrino nieto de Edward Bernays) creen que debe tratarse un problema que va en aumento estamos apañados. Plasmar el suicido adolescente como una cuestión caprichosa y casual es la peor forma en la que se puede encarar el asunto y la cosa sólo empeora cuando se recubre de una pátina de frivolidad que se hace pasar por pretendida seriedad.
Algunas de las burradas a continuación:
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Hannah Baker, a pesar de ser envidiablemente atractiva, inteligente, con facilidad para hacer amigos y tener unos padres atentos y cariñosos, se victimiza constantemente, desprecia a los demás (incluyendo a los que la tratan bien) y se humilla ella sola poniéndose en situaciones claramente dañinas ("he perdido la pasta de mis padres, voy a casa del violador de mi amiga a meterme en bragas en su jacuzzi a ver qué pasa"). Decide entonces suicidarse como colofón a un elaborado y retorcido plan de venganza contra aquellos que no actuaron como ella esperaba.
Sus compañeros, por otro lado, parecen tener todos sus propios problemas. Digo parece porque apenas se nos muestran ni se nos habla de ellos. Hemos de asumir que son así por capricho y que sus comportamientos no tienen ningún tipo de trasfondo:
Alex se pega un tiro porque tiene un padre policía autoritario (al que vemos dos veces) y un treintañero (al que vemos tres veces) se mete con él en los pasillos del insti. Justin es un gallito porque su madre se droga y se tira a camellos que le usan de felpudo. Zach es así porque sus padres tienen mucha pasta. Tyler hace fotos a todos para sacar partido a su equipo digno de un reportero de National Geographic. Jessica es una zorra porque la han mimado mucho. Courtney es otra zorra porque no quiere salir del armario para proteger a sus padres gays. Tony es gay católico, tiene mucho tiempo libre y también padre autoritario (al parecer, porque sólo sale una vez) y Bryce viola porque tiene una casa muy grande y nadie le vigila...
Y por encima de todo esto, un rebaño de adultos planos y sin mácula que no se enteran de nada porque están ofuscados en sus propios asuntos, sean cuales sean, y cuya presencia en la trama es realmente anecdótica, a pesar de la supuesta relevancia que tienen en el devenir de los acontecimientos.
Todo envuelto en una cuidada estética ochentera que ya huele un poco y preparadito para una segunda temporada de más líos inverosímiles, morbo barato y dos capazos de pop-rock indie para amenizar. Y todo con el beneplácito de la crítica, que parece saber tanto de los adolescentes como el psicólogo de este más que improbable instituto a la americana montado a base de cochazos, fiestones, silicona y batidos de proteinas.
Lástima de 13 horas, no volveré a picar.
Sus compañeros, por otro lado, parecen tener todos sus propios problemas. Digo parece porque apenas se nos muestran ni se nos habla de ellos. Hemos de asumir que son así por capricho y que sus comportamientos no tienen ningún tipo de trasfondo:
Alex se pega un tiro porque tiene un padre policía autoritario (al que vemos dos veces) y un treintañero (al que vemos tres veces) se mete con él en los pasillos del insti. Justin es un gallito porque su madre se droga y se tira a camellos que le usan de felpudo. Zach es así porque sus padres tienen mucha pasta. Tyler hace fotos a todos para sacar partido a su equipo digno de un reportero de National Geographic. Jessica es una zorra porque la han mimado mucho. Courtney es otra zorra porque no quiere salir del armario para proteger a sus padres gays. Tony es gay católico, tiene mucho tiempo libre y también padre autoritario (al parecer, porque sólo sale una vez) y Bryce viola porque tiene una casa muy grande y nadie le vigila...
Y por encima de todo esto, un rebaño de adultos planos y sin mácula que no se enteran de nada porque están ofuscados en sus propios asuntos, sean cuales sean, y cuya presencia en la trama es realmente anecdótica, a pesar de la supuesta relevancia que tienen en el devenir de los acontecimientos.
Todo envuelto en una cuidada estética ochentera que ya huele un poco y preparadito para una segunda temporada de más líos inverosímiles, morbo barato y dos capazos de pop-rock indie para amenizar. Y todo con el beneplácito de la crítica, que parece saber tanto de los adolescentes como el psicólogo de este más que improbable instituto a la americana montado a base de cochazos, fiestones, silicona y batidos de proteinas.
Lástima de 13 horas, no volveré a picar.