"La favorita" mejora a "El sacrificio de un ciervo sagrado", aunque a decir verdad, cualquier cosa lo haría. También confirma a Yorgos Lanthimos como un tipo con más técnica que nada, pues esta película es un ejercicio de estilo que jamás permite que la sensibilidad aflore. Hay conatos, pero nunca llega a surgir de un modo natural. Todo es cálculo, aquí.

Y la historia es potente y los personajes son suculentos, qué duda cabe, amén de una banda sonora que logró incomodarme y de una fotografía exquisita, pues ahí sí, Yorguitos filma que te mueres. A sus actrices, muy especialmente. Ni Emma Stone ni Rachel Weisz son actrices que me fascinen, de hecho han sido más las veces que me han causado irritación que otro sentimiento, pero, caray, aquí están excelsas.

Olivia Colman es otro cantar. Quizás porque ya la he visto en otros sitios y siempre abusa de esas muecas de boba o quizás porque las otras me impresionaron más, el caso es que no creo que mereciese el Oscar, mucho menos teniendo en frente a la buena esposa de Glenn Close. Dicho esto, es entendible que se lo diesen. Era la novedad.

Un final más que lúcido para una película que, por momentos, desvaría. O, mejor dicho, se atraganta consigo misma, pues es demasiado larga y demasiado densa para lo que trata. El final, ya he dicho que lúcido, pone en evidencia quién era quién y augura un futuro bien distinto para cada personaje*(1).