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8
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Drama. Film noir
After recuperation from physical and psychological trauma during the war, Robert Ryan finds himself stationed at a sleepy Coast Guard outpost on the California coast. He's restless and diffident about his upcoming marriage to a local girl. One day on the fog-shrouded strand he encounters a beautiful woman (Joan Bennett) gathering driftwood. He walks her back to her beach shack where a two-edged friction starts to develop. Suddenly in ... [+]
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- es
April 18, 2010
27 of 30 users found this review helpful
Quinto y último film de la etapa americana (1941-47) de Jean Renoir (1894-1979), no estrenado en España por problemas de censura. El guión, de Frank Davis y Jean Renoir, se basa en la novela "None So Blind" (1944), de Mitchell Wilson, según adaptación de Michael Hogan. Se rueda en los platós de RKO Studios (Hollywood, L.A.), salvo unas pocas tomas exteriores de la costa de California. Producido por Jack J. Gross para RKO, se estrena el 2-VI-1947 (EEUU).
La acción tiene lugar en un lugar apartado de la costa oriental de EEUU, en 1946/47, durante varios días. El teniente de la Marina Scott Burnett (Ryan), destinado al servicio de vigilancia de costas, en sus rondas a caballo ve a una bella mujer, Peggy (Bennett), en el interior de los restos de la bodega de un barco que naufragó y fue arrastrado a la playa por el oleaje. Un día la acompaña a su casa, donde conoce a su marido, Tod Butler (Brickford).
La película está construida como un drama, con elementos psicológicos, de romance y de suspense. Los protagonistas forman un inquietante triángulo amoroso, que interesa a una bella mujer indecisa, seductora y manipuladora, a un antiguo pintor ciego, amargado y dominante, y a un oficial inseguro, vulnerable y traumatizado por heridas psicológicas de guerra. Las relaciones entre ellos se apoyan en la poderosa capacidad de seducción y la turbadora ninfomanía de la mujer, sentimientos de culpa y resentimientos a causa de oscuros hechos del pasado ocurridos durante una indefinida noche de borrachera, la fragilidad de los hombres dominados por obsesiones, angustias de soledad, deseos de compañía, celos, discapacidades físicas y psíquicas, dependencias cruzadas. No hay amor, ni afecto, ni deseos de entrega. Ocupan su lugar los apetitos, el deseo, la pasión, el egoísmo y profundas frustraciones personales. El ambiente que envuelve la acción destila erotismo, irrealidad y misterio.
La narración se presenta entrecortada, con saltos abruptos y elipsis rotundas, fruto en gran medida de la intervención de la censura y de la productora para reducir el erotismo sugerido de algunas imágenes. No consiguen lo que se proponen, porque la principal fuente de erotismo del film no está en las imágenes, sino en el ambiente que respiran los personajes, informa la acción y envuelve al conjunto del relato. Hace uso de numerosos símbolos: ceguera, barco varado, lluvia...
La acción tiene lugar en un lugar apartado de la costa oriental de EEUU, en 1946/47, durante varios días. El teniente de la Marina Scott Burnett (Ryan), destinado al servicio de vigilancia de costas, en sus rondas a caballo ve a una bella mujer, Peggy (Bennett), en el interior de los restos de la bodega de un barco que naufragó y fue arrastrado a la playa por el oleaje. Un día la acompaña a su casa, donde conoce a su marido, Tod Butler (Brickford).
La película está construida como un drama, con elementos psicológicos, de romance y de suspense. Los protagonistas forman un inquietante triángulo amoroso, que interesa a una bella mujer indecisa, seductora y manipuladora, a un antiguo pintor ciego, amargado y dominante, y a un oficial inseguro, vulnerable y traumatizado por heridas psicológicas de guerra. Las relaciones entre ellos se apoyan en la poderosa capacidad de seducción y la turbadora ninfomanía de la mujer, sentimientos de culpa y resentimientos a causa de oscuros hechos del pasado ocurridos durante una indefinida noche de borrachera, la fragilidad de los hombres dominados por obsesiones, angustias de soledad, deseos de compañía, celos, discapacidades físicas y psíquicas, dependencias cruzadas. No hay amor, ni afecto, ni deseos de entrega. Ocupan su lugar los apetitos, el deseo, la pasión, el egoísmo y profundas frustraciones personales. El ambiente que envuelve la acción destila erotismo, irrealidad y misterio.
La narración se presenta entrecortada, con saltos abruptos y elipsis rotundas, fruto en gran medida de la intervención de la censura y de la productora para reducir el erotismo sugerido de algunas imágenes. No consiguen lo que se proponen, porque la principal fuente de erotismo del film no está en las imágenes, sino en el ambiente que respiran los personajes, informa la acción y envuelve al conjunto del relato. Hace uso de numerosos símbolos: ceguera, barco varado, lluvia...
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La ambientación visual refuerza con imágenes el sentido perturbador e inquietante de la historia. En este sentido, hay que referirse a los restos de un barco que el mar ha echado a la playa, un paisaje hostil y amenazador, una climatología adversa y desabrida (viento, lluvia, niebla, mar brava) y la presencia devastadora del fuego. Es sugerente la contraposición visual que se establece entre la bondad, rubia y de blanco, y la perversidad, de cabellos azabaches y vestidos negros. Se resaltan con trazos visuales los nuevos valores (trabajo independiente de la mujer) y los caducos (dedicación exclusiva de la mujer a las tareas domésticas). El film habla, también, de la soledad humana, fuente de fantasmas interiores dotados de fuerza propia, con frecuencia ingobernables.
Las interpretaciones son brillantes: Charles Bickford entrega un espléndido papel de personaje retorcido; Joan Bennet, bellísima, compone un difícil trabajo de mujer enigmática y desconcertante; y Robert Ryan da vida con solvencia a un personaje frágil y contradictorio.
La música, de Hanns Eisler, aporta composiciones de cuerdas de gran dramatismo (bajos profundos) y de aire perturbador (disonancias atonales). La fotografía crea imágenes muy cuidadas, de gran belleza y de notable fuerza expresiva (paseo a caballo por la costa). El relato incluye referencias inquietantes, como objetos desubicados o mal ubicados (cuadros amontonados en un armario), sueños, interrogantes, dudas. El final es seco, brusco y, sobre todo, indefinido y ambiguo. El film, insólito como pocos, es fascinante e inolvidable.
Bibliografía
- José M. LATORRE, “Una mujer en la playa”, ‘Dirigido por’, nº 366, pág. 66, abril 2007.
- Christopher FAULKNER y Paul DUNCAN, “Jean Renoir”, pág. 131-135, Taschen ed., Colonia 2007.
Las interpretaciones son brillantes: Charles Bickford entrega un espléndido papel de personaje retorcido; Joan Bennet, bellísima, compone un difícil trabajo de mujer enigmática y desconcertante; y Robert Ryan da vida con solvencia a un personaje frágil y contradictorio.
La música, de Hanns Eisler, aporta composiciones de cuerdas de gran dramatismo (bajos profundos) y de aire perturbador (disonancias atonales). La fotografía crea imágenes muy cuidadas, de gran belleza y de notable fuerza expresiva (paseo a caballo por la costa). El relato incluye referencias inquietantes, como objetos desubicados o mal ubicados (cuadros amontonados en un armario), sueños, interrogantes, dudas. El final es seco, brusco y, sobre todo, indefinido y ambiguo. El film, insólito como pocos, es fascinante e inolvidable.
Bibliografía
- José M. LATORRE, “Una mujer en la playa”, ‘Dirigido por’, nº 366, pág. 66, abril 2007.
- Christopher FAULKNER y Paul DUNCAN, “Jean Renoir”, pág. 131-135, Taschen ed., Colonia 2007.