"Godless" es sin duda una de las mejores series disponibles en el casi inabarcable catálogo de Netflix y me atrevería a decir que es una de las cumbres del género "western". Una dirección implacable sobre un sólido guión, unas actuaciones sobresalientes, una banda sonora espléndida y una fotografía magnífica que aprovecha hasta el último centímetro cuadrado de las localizaciones en las que fue rodada la serie (en Santa Fe, Nuevo México) configuran una producción que se gana a pulso y en cada episodio esa calificación tan manida de "obra maestra".

Creada por Steven Soderbergh (a quien debemos obras como "Erin Brokovich" o la trilogía "Ocean's") y bajo la dirección de Scott Frank (autor también del guión y responsable de los guiones de "Minority Report" y "The Wolverine"), "Godless" es muchas cosas: una historia de venganza, crueldad y fanatismo (impresionante Jeff Daniels en su papel del cruel y contradictorio Frank Griffin), una historia de amor (pocas veces se ve en pantalla una pareja con la química que desprenden el a su pesar forajido Roy Goode (Jack O'Connell) y la ranchera Alice Fletcher, interpretada por Michelle Dockery), una historia de superación, supervivencia y reivindicación (la de las mujeres de La Belle entre las que destaca con luz propia la oronda y aguerrida Mary Agnes (Merritt Wever), la viuda del antiguo alcalde de La Belle y hermana del sheriff Bill McNue (Scoot McNairy), quien trata de reivindicarse ante sus vecinos lanzándose a la persecución de la banda de Griffin pese a su crecientes problemas de visión. También hay historias de paternidad (la destructiva de Griffin y Goodle y la constructiva de este último con el hijo mestizo de Alice), un amorío interracial, una elegante relación lésbica y un divertido romance entre una excéntrica artista alemana que cabalga desnuda por las calles del pueblo y el detective que la busca por encargo de su marido.

Pero sobre todo hay revólveres, fusiles Winchester y caballos. Muchos caballos. Porque si algo llama la atención de "Godless" es la relación con los caballos.Son ellos los que protagonizan algunas de los momentos más deslumbrantes de la serie (atención a la sensacional escena de la doma de uno de ellos por Goode en el rancho de Alice, o a la cabalgada del protagonista por las llanuras cuando logra domarlo).

¿Y qué decir del tiroteo final? Si bien no es redondo (sobra alguna cámara lenta), el trabajo de los encargados de la coreografía de acción, de los especialistas y de los entrenadores de los caballos es magistral. Como magistral es el homenaje a esas mujeres que deben enfrentarse solas al mismísimo infierno haciendo de tripas corazón y que están dispuestas a sacrificarlo todo por los suyos y por ellas mismas sin que ningún "machote" tenga que hacer el grueso del trabajo sucio.

En fin, "Godless" es una serie para disfrutar pausadamente, como el buen vino. Ninguno de sus siete episodios (de duración irregular, pues unos duran una hora, otros apenas minutos y el final nada menos que una hora y veinte minutos) te defrauda y el final es apoteósico. Solo un consejo: véala en un televisor grande, bien grande. Y si puede ser en 4K, mejor.