Uno de los trabajos más impersonales de Ferreyra, el director después de la exitosísima trilogía protagonizada por Libertad Lamarque, dirige una historia basada en la novela del mismo nombre escrita por Hugo Wast, quien por esas fechas era uno de los escritores más populares del país. La película es 100 % fiel a la novela, no se aleja de ella en nada, hasta los diálogos son copia y pega. Ferreyra se limita a hacer un trabajo correcto, aunque la historia un culebrón campirano lleno de moralina cristiana, con diálogos declamatorios y risibles de tan ridículos e impostados. El ritmo incluso que en las novelas de Ferreyra suele ser acelerado, acá si bien no es lento, se es más pausado, y la dirección le da más lugar a detalles estéticos y ambientación, quizás sea en ese sentido la película más cuidada de Ferreyra, por lo menos de las que yo he visto de él.
Una película atípica para un director quien se movía dentro de otros elementos diferentes al del escritor, cada uno tenia su mundo, uno el de los melodramas de arrabal, y el otro el del campirano y religioso.