Es tiempo para fantasmas, pero hace mucho tiempo ya que el cine saca una y otra vez vidas desgraciadas por fenómenos paranormales, creencias y rituales de lo grotesco, es difícil encontrar productos originales entre tanta explotación del sub-género, pero aquí se intentó, una escritora cazafantasmas se pone a prueba, su existencialidad y su verdad, un clásico de fotografías, asesinatos y búsquedas que acaba atrapando a su propio pasado, algo es algo, digo yo, entre niños y pistas, extraños enfermos y escenarios ya vistos, el espectador va creyendo al tiempo que la protagonista.

Conducida al más puro estilo del "Cuarto milenio", ambienta con la ciencia y algo con la religión, carece de mucha imaginación y en líneas generales es peligrosamente plana, algo asustadiza y llamativa en cuanto que lo ve todo y lo refleja en la casa de muñecas, elementos que aparecen y desaparecen y un equipo de última tecnología pero sus personajes son altamente discontínuos, en realidad es una película intermitente.

La escena de creo en ellos, tengo miedo, fóllame es lo peor sin duda, si intentaba perfilar a sus personajes sobre el dolor y la soledad la cagó brutalmente en esa escena, y luego el fantasma que cubre todos los tipos encasillados, es decir, el niño es, con el paso de la película y según interesa, burlón, malvado y salvador... y egoísta... más de lo mismo, lo de siempre, buscar la confusión en el espectador y alejarlo de una realiad que explota de repente, sin control, bajo el lema ver lo que necesitamos consigue una comunicación con una tecla que debía haber tocado desde antes, hablar de los terrores infantiles con tan poca psicología es una pena, escusarse en buscarle un amigo o la vuelta de un familiar es casi como un insulto, el pequeño encuentra la paz y ella, según parece, también, tan mala vida tenía...