Quien haya disfrutado de una buena copa de vino, del olor a tierra mojada que deja una tarde de lluvia o de la caricia del sol vespertino... disfrutará las delicias de esta película. La genialidad del director te lleva, por medio de sus primeros planos, a vivir a través de los sentidos mismos de su protagonista. Puedes sentir la piel de Emma entre las manos, las lágrimas de Adèle en las mejillas, inclusive pareciera que el olor a bolognesa va a entrarte por las narinas en el momento que menos esperes. Alguna vez has estado ahí. (Tu).(Yo). Y la genialidad de Kechiche consiste en llevarte de vuelta a tantos escenarios (algunos polares entre ellos) desde una butaca, a lo largo de tres intrincadas horas -para la mente y con el cuerpo-… Te alcanza uno a uno los cinco sentidos.