"Donnie Darko" es el claro ejemplo de cuando todo funciona, el ejemplo de cuando el casting está bien realizado, el ejemplo de cuando un guión es brillante, el ejemplo de cuando un director sabe lo que hace y consigue lo que pretende sin salir derrotado por querer aparentar y tomarnos por gilipollas a los que estamos al otro lado de la pantalla. El mejor ejemplo que se me ocurre a la inversa para comparar esta película, es "Requiem for a dream". Richard Kelly se saca de la chistera un clásico instantáneo que pese a ser terriblemente efectista funciona a la perfección, logrando transmitir infinidad de sensaciones.

Los saltos espacio/tiempo, la sensación de descontrol, la manera de acariciar el absurdo, la importancia de las cosas pequeñas, la realidad y la fantasía de cada uno, los problemas, grandes y pequeños, los sueños, el miedo, el delirio. Todo ello desde un punto de vista pragmático e irónico a la vez, envuelto en una banda sonora sublime, bien interpretado y tratado con la mayor coherencia posible que se puede tratar a algo incoherente en sus formas. "Donnie Darko" esta situada justo encima de esa fina línea que separa lo tangible de lo intangible, tanto en la vida como en el cine.

Que decir del duo Gyllenhaal. Jake casi siempre me gusta, Maggie cada día me gusta más. A ella le faltan más "Crazy Hearth" y a él le sobran más "Principes de Persia".

Y ya por último, si pudiera pedir un favor, pediría que alguna mano salvara de su caída en libre a Jena Malone. Consciente de que tan ardua labor es cuanto menos difícil. Los años pasan, Jena crece, los papeles de adolescente transgresora quedan cada vez más lejos y la luz de lo que pudo ser una estrella se apaga.