Lo de las cámaras ocultas fue un recurso llevado a la gran pantalla en los setenta y ochenta con singular éxito. Algún film británico y en especial los sudafricanos de Jamie Uys "Qué gente tan divertida" son la base que tomó Summers para su primer "To er mundo é..", pelotazo en taquilla y cierto éxito crítico por la habilidad de la propuesta, no así por los chapuceros medios técnicos de una producción hecha con dos reales.
El éxito y el mucho metraje grabado permitió una segunda parte inmediata: "To er mundo é...mejó", de menor éxito pero suficiente para que, tres años más tarde, Summers decidiese volver al ataque. Lo que ofreció en esta tercera entrega fue un refrito de lo anterior y nuevas bromas mucho menos divertidas. Apenas hay un par de buenos momentos en sus 80 minutos de metraje, e incluso uno de ellos suscita la disculpa del propio Summers, que aparece en pantalla para indicar que quisieron hacer una un poco más bestia pero no se maltrató a los inocentes incautos.

En suma, esta película ofrece como ninguna la visión que el buen realizador Summers tenía en esos momentos: aprovecha, toma el dinero y corre. Lo confirmó un par de años después dedicándose a firmar las películas de los Hombres G, aunque al menos ahí tenía coartada: su hijo era el solista del grupo....