Son incontables las horas de risas que yo he pasado con las historietas de Mortadelo y Filemón, a los que cuento entre los más desternillantes personajes de cómic jamás inventados. Para mí, los superhéores guardaban menor interés; Ibáñez y su cortejo de antihéroes y caraduras eran mis iconos.
No veo en la película gran cosa del corrosivo espíritu irónico de las historietas. Muy buenos efectos especiales para recrear los disfraces de Mortadelo y demás trucos del cómic, pero lo estropea la pátina francamente soez (Ibáñez mostró lo chabacano de lo typical spanish sin caer en lo borde, manteniendo un tono que no ofendía, sino que despertaba la sonrisa de la crítica mordaz) y las ansias por exhibir una parte técnica currada, pero extirpando el espíritu de los dos agentes de la T.I.A y su parodia del género de los agentes secretos.