Divertida parodia, que es un género en el que Mel Brook se prodigó tanto a lo largo de su carrera como director. En este caso, el objetivo de su sana crítica son las películas tradicionales de terror, como "Frankenstein".
Un cirujano (nieto del conocido científico Frankenstein, que estaba obsesionado con crear un ser humano vivo a partir de personas fallecidas y que se ganó por ello la fama de loco) se pasa la vida intentando disimular sus orígenes para que no le asocien con la dudosa reputación de su abuelo. Pero cuando recibe como herencia la siniestra mansión de su abuelo y toma posesión de ella, se despertará en él el ansia de continuar con la labor del fallecido señor Frankenstein.
Desternillante de principio a fin, sobre todo gracias al papel de Igor, una especie de ayudante de cámara totalmente esperpéntico, irreverente, descarado, travieso y caradura que se convierte en el alma de la película y con el que las carcajadas están servidas sin descanso.
Muy bien recreado el ambiente tétrico y un genial desarrollo de la trama gracias a unos gags humorísiticos inolvidables.
No se pierdan ninguno de los detalles, cargados de sano pitorreo, humor negro e ironía.