Otra de las muchas fantasías de animación del maestro Miyazaki, en conjunción con el legendario Studio Ghibli. Me reafirmo, una vez más, en la convicción de que se trata sin lugar a dudas de uno de los estudios de animación artesanal más prestigiosos del mundo. Ninguna otra compañía puede hacerle sombra.
Miyazaki, en su acertada conjunción con la compañía japonesa, cuenta con una depurada técnica que ofrece una imágenes deslumbrantes en las que el dibujo muestra una precisión, un detalle y un colorido dotados de una riqueza e intensidad tales, que inmediatamente se advierten como las credenciales propias de sus películas.
Y, por si todo ese apartado técnico de la imagen no constituyese ya un aliciente de por sí, por añadidura Miyazaki es un brillante narrador de historias. Creador de relatos épicos que despliegan una acción imparable, una inagotable sed de aventuras, personajes intrépidos y temerarios, protagonistas altruistas que huyen de bandos y ataduras y persiguen la causa más justa, a veces bajo la apariencia del cinismo (como en el caso de Porco Rosso, el personaje principal de esta película).
En el trasfondo del período de entreguerras, los cielos de Italia son los dominios de los dueños y señores de los aires por esas latitudes: los piratas de los hidroaviones. Constituyen una mafia volante que, como los antiguos piratas que surcaban los siete mares, se dedican a asaltar y saquear embarcaciones. Controlan todo el Adriático y son una fuente de quebraderos de cabeza para el gobierno, que trata de atraerlos a su causa y su propio beneficio. Y, al margen de todo ello, está Porco, un piloto mercenario que, bajo la fachada cínica que pregona a los cuatro vientos acerca de que él sólo vuela para su propia convenciencia, lo cierto es que hace lo posible para combatir a los piratas y ayudar a la gente que necesita de sus servicios. Experto aviador de guerra y superviviente, se encuentra bajo una maldición que le confiere el aspecto de un cerdo. Valiente, amante del riesgo, veterano y curtido, Porco engancha con su personalidad que desmiente su fea apariencia.
Porco, un héroe al uso tradicional cuyo atractivo no emana de su belleza exterior. Piratas tontorrones y no tan fieros como quieren aparentar. Mujeres hermosas, inteligentes y atrevidas que, como en todos los largometrajes de Miyazaki, siempre cuentan con un papel imprescindible y preponderante. Una historia de amor latente. Muchas, muchas aventuras en el aire, y la agilidad de unos diálogos extraordinariamente naturales, mientras se desarrolla ante nosotros una trama que encierra gran profundidad, intensas emociones veladas y los toques de fantasía tan recurrentes en Miyazaki. Se completa una historia dulce, melancólica, divertida y trepidante en la que cabe incluso lo sobrenatural y lo inexplicable, impregnada por la sombra de un amor que se destila sutilmente y con una delicadeza casi abrumadora.
Miyazaki 100%. Y que siga así.