Tod Browning demuestra una vez más su capacidad para generar terror con elementos tremendamente llamativos. En este caso se trata de muñecos humanos muy particulares, que obedecen la maquiavélica voluntad de sus creadores.
El filme aborda temas tales como las truculentas experimentaciones por un lado, de allí aparece todo el aspecto ficticio que la cinta posee; mientras que por el otro se despliega una historia de odio y venganza muy fríamente calculada.
Las variantes del filme son morbosas, pero sin mostrar absolutamente nada de sangre ni siquiera con un atisbo de exhibicionismo.
Un filme muy bien pergeñado, que posee una maravillosa puesta en escena donde la intensidad del relato y la perspicacia de las situaciones narradas sorprenden por ser una cinta que data de 1936.
Sin palabras para todo el trucaje de efectos especiales que dan vida a la parte ficticia que esta cinta posee, la cual es la más absorbente por su macabra confección.
Lionel Barrymore sin lugar a dudas que borda su papel, dando vida a dos personajes verdaderamente antológicos que permanecen en la retina del espectador.
Pero “The devil-doll” no sólo es terror, sino que también es un drama sobre cómo se destruye una familia por la ambición y la codicia de seres despiadados. Por tanto es un filme que también sirve como reflexión sobre el dolor que un hombre posee por haber perdido lo más preciado: el amor de su hija y de su esposa.
De esta manera logramos empatía con el personaje principal del filme, y otro punto positivo es que esta cinta no se reduce al maniqueísmo tan típico en el género, sino que aquí los buenos y los malos son relativos, ya que hay un pasado que les hace comportarse de determinadas maneras.
Otra notable cinta del gran director Tod Browning.