Puestos a hacer un remake escena por escena de La Bella y la Bestia, y asumiendo que has encontrado lo más difícil -la actriz perfecta para Bella-, yo que el amigo Bill Condon me hubiera limitado a lo que ya había en la primera versión, ya que lo que hace aguas en esta nueva es precisamente los añadidos. Por poner varios ejemplos, las canciones nuevas son mucho, mucho más flojas que las de toda la vida y sobraba completamente el número Jean Valjean de la Bestia al final. Tampoco hace falta justificar por qué el príncipe era un cretino al principio con que si su padre esto o aquello: la película es una historia de redención y la gente tiene derecho a cambiar y a asumir sus miserias en lugar de echarle la culpa siempre a otro. O hacer a Gastón más chungo todavía. En la misma línea, justificar la viudedad del padre de Bella o qué ha andado haciendo la hechicera del principio (la que sale 20 segundos en la versión de los 90) durante los últimos 10 años, como que no lo veo. En resumen, sigo sin entender (será algo yanqui) por qué las películas tienen que durar más de dos horas para considerarse películas.

Ahora, como puntos positivos, un casting estupendo -más allá de la elección obvia de Emma Watson como Bella, ese Gastón es el malo que todos amamos odiar y es clavado al de los dibujos-, aunque algo desaprovechado en tanto que la película tira a hierro de los efectos especiales por motivos obvios y hasta que al final no sacan medio minuto a Emma Thompson, Ewan McGregor o Ian McKellen es como si no estuvieran ahí. Los números musicales clásicos están fenomenales, sobre todo la obertura de Bella y la canción de Gastón en la taberna. En fin, que todo lo que han fusilado de la película anterior, me gusta bastante (con mínimos añadidos), lo nuevo me chirría un tanto. Podía haber sido mucho mejor. Aunque con la antigua vamos sobrados.