Primera adaptación cinematográfica del mago de las palabras J.R.R. Tolkien. Ralph Bakshi probablemente no sabía el lío en el que se estaba metiendo con este proyecto, ya que desde que se conoció la noticia, los ya por entonces numerosísimos fans ("tolkiendili") empezaron a frotarse las manos, y seguramente esto influyó y mucho a la hora de valorar la película.

Innovadora en lo que a técnica se refiere, experimentaron con una técnica extraña en la que se fusionaban los movimientos de actores reales con los dibujos; se podría decir que es uno de los puntos de partida de la técnica de captura de movimiento tan de moda últimamente. Sin embargo, además de que los resultados de estas animaciones dejaban mucho que desear, el dibujo simple del resto del relato, era, valga la redundancia, demasiado simple, demasiado Disney si se me permite.

En lo que se refiere al guión, la idea era resumir todo el libro en solamente dos películas, algo sencillamente imposible, aunque nunca podremos saber cuál hubiese sido el resultado final. Ya en esta primera, y única, parte queda patente que era demasiado material para contar en demasiado poco tiempo. Esto merma mucho la hipotética calidad del guión y todo se reduce a una acción tras otra, sin periodos de calma, algo sumamente importante.

Pese a todos los inconvenientes, es la primera adaptación a cine de ESDLA, y simplemente por eso, por la valentía (que no osadía) se merece un reconocimiento; es en parte un poco mágica, pese a todos los recortes, hay varias escenas con las que el mismísimo Tolkien hubiese disfrutado de haber podido verla. Su planteamiento inicial, desde la productora, fue el que la condenó, pero al menos tenemos esta primera parte, con la que al menos yo, sinceramente, disfruto bastante cuando la veo.