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Gunnar Hansen rating:
5
Horror. Fantasy Dennis is a Harvard anthropologist and is called up by his old professor with a job for a pharmaceutical company. He is to go to Haiti and investigate the rumors and folklore of zombies. A man who died 7 years earlier, was found wandering in the village. He is to go there, and find out how he has come back to life. Dennis goes to Haiti, and meets Marielle, a doctor who treats the mentally ill, and since zombies have no control over ... [+]
Language of the review:
  • es
June 26, 2009
37 of 47 users found this review helpful
El norteamericano Wes Craven, director que debe su incierta fama a la saga de Elm Street y su psicopático y sobrenatural protagonista, Freddy Krueger, deja de lado el tono juvenil que, salvo contadas excepciones, marca toda su obra para realizar un acercamiento sensato a un tema antropológicamente muy interesante: el vudú y la zombificación en Haití. Para hacerlo, Craven nos pone en la piel de un antropólogo estadounidense que viaja al país caribeño a investigar dichas creencias y, de paso, obtener muestras de la droga usada en tales rituales. Bill Pullman, actor que acertadamente da vida al investigador de Harvard, pronto se verá en el interior de un misterio superior a lo que esperaba, con agitaciones sociales, los infames Tonton Macoutes persiguiéndole y la aterradora dictadura de los Duvalier como telón de fondo.

Las tres primeras partes del metraje son realmente excelentes, con un fundado carácter etnográfico e histórico, buena fotografía y ambientación, visiones oníricas convincentes y un acertado ritmo que bascula a la perfección entre lo sobrenatural y lo mundano, la creencia y el escepticismo. Craven huye de la puerilidad con que adorna otras obras para dotar la presente de seriedad y credibilidad. El trasfondo que enmarca la historia, la salvaje dictadura de la estirpe Duvalier, las torturas y vejaciones del régimen y su cuerpo paramilitar, aderezado todo ello con las creencias y rituales del vudú con tono sobrio y juicioso, otorga al conjunto la suficiente fuerza y verisimilitud como para mantener un muy buen nivel y contento al espectador.

Sin embargo, en el tramo final, en el esperado desenlace, todo se le escapa de las manos al buen Wes y el hilo argumental, hasta ese punto ciertamente interesante y reflexivo, se convierte en un disparate de enfrentamientos mágicos, sillas voladoras y efectos baratos que desmerecen la buena continuidad del anterior metraje. Y es que Craven no es Jacques Tourneur. La vena juvenil y descerebrada que empapara sus anteriores (y posteriores) obras sale a la superficie para destruir el mejor y más cercano intento de Craven de realizar una muy buena película.

Una verdadera lástima.
Gunnar Hansen
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