Con esta película queda demostrado que no hace falta pirotecnia ni efectos especiales para que una historia enganche y emocione. La interpretación de Clint Eastwood yo la destacaría como una de las mejores de su carrera en el plano interpretativo y es que este personaje está hecho a su medida, su forma de andar, mirar y relacionarse con la gente, sin importarle el que dirán, es equiparable a su forma de dirigir, sin nada que demostrar, porque de sobra está demostrado que es uno de los más grandes directores de la historia del cine (en mi opinión, el MÁS GRANDE). Los secundarios también hacen que la historia ruede de maravilla, quizá la mujer e hija del protagonista en la ficción, se llevan los mejores momentos. Hay que destacar la fotografía de Ives Bélanger como uno de los aciertos de la película. Su final buscando redención es digno de elogiar. Siempre que vemos una película de Eastwood, salvo raras excepciones, tenemos la misma sensación al salir del cine, nos han regalado una joya, que puede gustar o no a los espectadores pero no deja indiferente a nadie. Sigue haciendo cine Clint, por muchos años más.