"Call me by your name" es un viaje caluroso a la Toscana. Al verano inolvidable de tu vida, ya fuera un verano o no. Al primer amor.
La película transpira familiaridad, calidez, aire puro y calma por los cuatro costados. Casi es posible escuchar el ruído de los pájaros y oler los aromas de las flores que tapizan cada uno de esos paseos en bicicleta.
Una historia sencilla, sin pretensiones ni aderezos innecesarios. Pero compleja e imperfecta como la vida en sí misma. Como el amor.
Los actores están francamente bien en sus papeles, destacando absolutamente la actuación de Timothée Chalamet, el protagonista, quien desprende la apabullante madurez interpretativa de quien lleva toda una vida en la pantalla. Armie Hammer aporta otro punto de vista a la historia, no menos real ni importante, además de derrochar sensualidad con estilo en cada plano. Michael Stuhlbarg, el padre, también tiene su sitio en la historia, y qué sitio. Me atrevería a decir que consigue ganarse su hueco en el corazón de cada uno de los expectadores.
El film cuenta con escenas brillantes. Para mí, la mejor de todas, esa conversación nocturna de Elio con su padre en el sofá. Le otorga, sin ninguna duda, 2 puntos más a la película, como mínimo, y se vuelve un eco inevitable en tu memoria cuando ésta finaliza. La escena final, previa a los créditos, tampoco se queda corta. Sabes que la película ya se ha terminado, pero el actor transmite tanto con tan poco en esos minutos que no puedes evitar verla hasta el final y meterte en su viaje emocional. Genial.
En mi opinión, me parece una de esas historias que se disfruta y se despliega más a posteriori, una vez vista, con la cantidad de reflexiones en las que te deja envuelto, que en su transcurso.
La película es lenta, sigue el ritmo natural de las cosas. Intuyes que van a suceder, pero acaban siendo cuando tienen que ser, sin ninguna prisa ni, pareciera, guión. He ahí, quizás, el motivo de que aparente vibrar y poseer vida propia en alguna de sus escenas.
Con un sello innegable, por ser como es, y por dejar en el expectador una esencia que perdura, como los grandes perfumes, promete convertirse en una de esas películas de culto que todo el mundo debería poder ver alguna vez.