Monstruosamente divertida, tierna, profunda, conmovedora, afectiva. Bienvenidos a Monstruópolis (yo lo llamaría “Sustópolis”). El nuevo y fascinante mundo creado por la ilustre compañía de animación americana. Pixar nos abre las puertas de una ciudad de asustadizos monstruos, que simbolizan todos los miedos y temores de nuestra infancia. Esa niñez es plasmada en Boo, una adorable e inofensiva niña que representa una grave amenaza para los habitantes de Monstruópolis. Escenas tan encantadoras como la del baño, hacen que esa ternura infantil vuelva ha dibujarnos una placentera sonrisa de oreja a oreja. Sulley encarna a ese aterrador monstruo que habitaba en el armario de nuestra habitación. Un feroz ser que nuestra imaginación de niño nos concebía con el único fin de hacernos gritar de espanto. Pixar no solo profundiza y perfecciona los minuciosos detalles de Sulley (pelaje, movimientos, expresiones faciales), sino que le personifica con una sensible y enternecedora humanidad. Es el mejor asustador de ‘Monsters, Inc.’, una empresa encargada del suministro de energía de la ciudad, la cual se obtiene mediante los gritos de niños y niñas. Los monstruos emplean “puertas mágicas”, con las que son capaces de acceder a cualquier habitación del mundo. El doblaje a español de los inseparables Mike y Sulley lo llevaron a cabo, el humorista José Mota (que también dobló al asno de Shrek) y el actor Santiago Segura. Cuyas populares voces les aportan mayor comicidad a los personajes.


Lo mejor: los créditos iniciales con la maravillosa y extraordinaria música de Randy Newman de fondo y las tomas falsas finales.

Lo peor: que un ogro verde y un asno pedante le robaron el Oscar.