O también conocida como “la patriotada definitiva”. Podemos decir que con ésta película el señor Emmerich ya tiene su lugar en la historia del cine, no solo por cargarse cuanto monumento exista en el mundo con una filmografía basada en el género de catástrofes, si no por que “Independence Day” debe ser el panfleto americano más absurdo, tonto, patético y chorra jamás filmado. Claro que el aspecto visual, los efectos especiales, el hecho de entretener y divertir a la audiencia como muy pocas películas logran, y Will Smith haciendo de si mismo también le dan algunos puntos.

Si del guión y la historia dependiera la nota no merece ni un 0, solo hay que ver como al señor Emmerich le resbalan totalmente las fantasmadas, las incoherencias y las tomaduras de pelo varias. La lista de escenas subnormales es prácticamente infinita y de los gazapos e inconsistencias podemos hablar hasta el fin de los tiempos. Pero al final se nota que el único propósito de ésta película es entretener a un público que se dejó el cerebro en casa y que solo quiere ver naves y monumentos estallando.

La película es más mala que el hambre, pero uno la pasa como un enano si decide no tomársela enserio.