No me voy a enrollar. No os voy a hablar de Deadpool y su humor zafio. No voy a enrollarme hablando de los efectos especiales. Tampoco de que la peli es mucho menos original que la primera, pero que aún así ofrece algún atisbo de sorpresa, sobre todo llegado el final de la propuesta de David Leitch.

Ir a ver Deadpool 2 es como hacer un viaje cinematográfico a los 80. No esperes corrección política en sus diálogos y comportamientos. Machismo, racismo o cualquier otra actitud censurable hasta extremos insospechados se tratan y con una ironía digna de las mejores pelis de los ochenta.

Como era lógico flojea, y bastante, en la propuesta. Es más de lo mismo. No aporta nada novedoso que te haga pensar en que era necesaria esta segunda entrega. Aún así es el superhéroe más digerible de la gran factoría Disney-Marvel.

Los títulos de créditos, como siempre, muy cuidados. Las escenas finales, meritorias.

Si lo tuyo es la ironía y la incorrección no dejes de verla. La disfrutarás.