Nuestro amigo Verhoeven se pone serio (o lo intenta) en esta producción europea de tintes clásicos y novela de folletín. Su regreso al viejo continente supuso la aplicación en la gran pantalla de todo lo que había aprendido en los USA, y se nota bastante en el estilo narrativo de la cinta.

Las constantes "verhoevenianas" propias de su cine existen también en esta película, si bien se dan de forma más sutil que en el resto de su filmografía. El sexo mostrado sin tapujos y la violencia gratuita conforman unos golpes de efecto acertados y bien situados dentro de la trama. La historia que se nos narra lo pide: una judía sobreviviendo en la Holanda ocupada a base de interpretar diversos roles, entre ellos el de dama de compañía de un alto cargo militar nazi. Como si de una Mata-Hari se tratara, seduce al comandante nazi con el objetivo de reunir información para la resistencia. Dentro del cuartel general vivirá todo tipo de situaciones que la marcarán de una forma que jamás hubiera pensado.

El ritmo narrativo es trepidante para una película de estas características, pero adolece de ciertos giros argumentales con un claro objetivo de provocar la causa-efecto de forma descarada: la película tiene muchos momentos de "vaya, qué casualidad" que, si bien ayudan a incrementar la tensión y dramatismo, dan la sensación de que el director no sabía cómo salir de algunos callejones sin salida narrativos. A pesar de ser tan notoria, esta característica ayuda a mantener el interés de una trama repleta de traiciones, tiroteos y amores imposibles.

En el reparto, repleto de actores holandeses, destaca una hasta entonces desconocida Carice van Houten, que supo darle a su personaje esa mezcla de "femme fatale" y pobre e indefensa mujer, si bien alcanzó más fama por sus desnudos que por su calidad interpretativa.

En fin, un thriller con regustillo a cine clásico que se deja ver bastante bien.