Entretenida cinta de Peter Yates, director de la afamada “Bullitt” (1968), quien no quiso quedarse apartado de la nueva moda del momento impuesta por la saga “Star Wars” y el auge del cine de espada y brujería.

“Krull” es una historia típica enmarcada dentro de la más tradicional “heroic fantasy”: la princesa Lyssa (Lysette Anthony) es secuestrada en el mismo día de su boda por unos malvados seres venidos del espacio que pretenden apoderarse del planeta Krull. El príncipe Colwyn (Ken Marshall), su prometido, tendrá que ir a rescatarla y para ello reunirá a un variopinto grupo que le ayudará en su arriesgada empresa.

La cinta de Yates sigue las mismas pautas que siguió la ciencia-ficción de comienzos de los ochenta: las impuestas por la space-ópera de George Lucas, en la que se unían la aventura espacial con los clichés propios de los cuentos tradicionales de héroes y villanos. En “Krull” se da también esa pureza estética dentro del guion, el cual podría encajar perfectamente dentro de la basta e inmensa galaxia lucasiana sin desentonar lo más mínimo, pero también tiene influencias de taquillazos recientes como el “Conan, el bárbaro” (1982) de John Milius.

“Krull” se enmarca como producto inevitable del pequeño auge que el subgénero de fantasía épica tuvo con “Star Wars” (1977) y que culminaría, ya casi sin fuerzas, con “Legend” (1985) de Ridley Scott y con “Los inmortales” (1986) de Russell Mulcahy, pasando por la versión animada de “El señor de los anillos” (1978) de Bakshi, “Excalibur” (1981) de Boorman, o la mencionada “Conan, el bárbaro” por poner los ejemplos más representativos.

La historia se desarrolla de forma vistosa, ofreciendo un entretenimiento simpático sin mayores ambiciones. Apenas hay mensajes que no sean los del compañerismo y el valor, necesarios para combatir el Mal en su estado más puro: el poder y el engaño. La estética del filme presenta escenarios coloristas y variados, lo que contribuye a evitar cualquier desarrollo monótono que fácilmente pudiera derivar de la sencillez de la trama. Por último, destacar también una magnífica banda sonora de James Horner, con temas de gran envergadura épica.

Recomendable tanto para curiosos como para pasar un buen rato.