Está claro que los directores españoles que son capaces de establecer, sólo con su nombre y gracias a su bagaje cinematográfico, una especial relación con su público, hay que darles más de una oportunidad. A Álex de la Iglesia se le dieron con las dos últimas, "Crimen Ferpecto" (2004) y con "Los crímenes de Oxford" (2008), pero el Álex de "El día de la bestia" (1995) y "La comunidad" (2000) parecía haberse desinflado. "Balada triste... " prometía ser el regreso más esperado a ese humor negro tan personal y con tanto talento para la mala leche y la crítica, pero el bueno de Álex no termina de encontrar el camino perdido.

El filme parece recoger la idea intrínseca de una de las películas más incomprendidas del director, "Muertos de risa" (1999). La trama se centra en dos personajes con los mismos intereses pero distintas maneras de pensar. En "Balada triste..." hay un especial gusto por lo grotesco, algo que no es de extrañar viniendo de Álex, pero traspasa aquí el límite de lo permitido por el sentido de la saciedad: se pueden permitir una, dos o tres situaciones tolerables por el contexto, pero no hacer de la película un compendio de situaciones inverosímiles.

El filme comienza con mucha fuerza, con unos títulos de crédito sencillamente sublimes, pero conforme avanza la cinta se hace cada vez más irreal, sobre todo después de haber comenzado dando a entender que el contexto histórico va a tener mucho que ver con la trama. Y ya hacia la segunda mitad del filme, Álex despliega todo su talento freak para ofrecer un espectáculo gore-freak de ultraviolencia un tanto fuera de lugar. Una mascarada sangrienta en la que la locura toma las riendas y acaba con el escaso sentido que la historia ha ido hilvanando.

Es de reconocer la habilidad que Álex ha tenido siempre para los antihéroes. Carlos Areces hace en su caso un papel más radical gracias a su inesperado y a la vez forzado cambio de aspecto, lo que resalta acertadamente su condición de fracasado y alterado por las circunstancias. El caso de Antonio de la Torre es menos notorio, aunque supera en calidad dramática a su compañero de reparto.

A pesar de los pesares, "Balada triste..." no es tan mala como parece ser, ni tan buena como lo pretende, peo al menos Álex se ha esforzado algo más en recuperar aquel sentido de la parodia social del que ha sido siempre el heraldo del cine patrio.